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Imagínate que estás en un gran estadio de fútbol, rodeado de miles de personas animando a tu equipo.  ¿Cómo te sentirías?  Seguramente animarías y  aplaudirías, como el resto de personas de tu alrededor. Te sentirías seguro, feliz, apoyado por el ambiente que te rodea.

Ahora piensa que sucedería si estuvieras en ese mismo estadio, rodeado de miles de personas que animan al equipo contrario al tuyo. ¿Cómo te sentirías? ¿Y si los hinchas del equipo contrario te amenazaran de muerte? ¿Cómo responderías?

Hace mucho tiempo tres jóvenes experimentaron una situación muy complicada. El hombre más poderoso de la tierra construyó una estatua de oro y ordenó al pueblo que “al oír la bocina, debéis arrodillaros ante la estatua del Rey…quién no lo haga, será ejecutado” Dan. 3:4-6.

Daniel y sus compañeros se encontraban en un dilema: Por un lado,  podían obedecer el edicto del rey y arrodillarse. Hacer lo que todo el mundo hacía, ir contra sus creencias y principios y de esta forma salvar la vida.

Por otro lado,  si decidían ir contracorriente, seguir la voz de su conciencia y ser fieles a Dios, serían ejecutados. Los tres jóvenes decidieron quedarse en pie mientras miles de personas se arrodillaron, ¿Te lo imaginas? ¿Y si estuvieras en su lugar? ¿Cómo reaccionarías?

Cuando las cosas van bien, cuando tus decisiones siguen la corriente que establecen tus amigos, compañeros de clase o trabajo casi siempre responderás de la forma adecuada. Sin embargo, hay momentos en los que tus principios entran en conflicto con la corriente  que establece tu entorno. En esos momentos, recuerda siempre estas palabras:

No sigas por donde el camino pueda llevarte…En lugar de ello, ve por donde no hay camino  y deja una huella.”

Pídele a Dios hoy: “Tu Palabra sea una lámpara a mis pies; sea  una luz en mi camino” (Sal. 119:105)

Pastor Edwin Rodríguez

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