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La forma de conseguir su propio caballo es una gran lección de sacrificio, paciencia y amor. El joven comanche, a la edad de 14 años decide “cazar” su primer caballo, y hace pública en la aldea su decisión.Después de diversos rituales de purificación y preparación, sale de la aldea con poca ropa, descalzo, con una bolsa de pemmicam, y con su “saco medicina”;  también lleva una cuerda trenzada por él mismo que servirá de brida para su caballo.

Sale hacia donde le han indicado que está la manada y adopta una marcha que no dejará hasta que la encuentre; puede tardar un día… o cinco…

Una vez que la ha encontrado, se parará para recuperar fuerzas; la primera función es fijarse en el caballo que quiere capturar, y a partir de ese momento perseguirá la manada hasta casi la extenuación de esta. Cuando los caballos ven que el animal de dos patas sólo va detrás de uno  de ellos, cuatro o cinco machos lo expulsan, y entonces el indio adopta una nueva estrategia.

Impedirá que el caballo coma, y el acercamiento será cada vez más lento, hablándole cariñosamente y costantemente, soplando a su nariz para fijar el olor, dándole hierba fresca de su mano, acariciándole y por último atando la cuerda a su mandíbula inferior; a esta altura es  el caballo quien sigue al joven comanche, este salta por encima del animal; poco a poco el caballo es ganado por el trato respetuoso, paciente, cariñoso y amante del joven indio, el cual regresará a la aldea como El-que-posee-un-caballo.

Dios te quiere a tí joven como su “posesión” más apreciada, pero la forma como Dios quiere “apropiarse” de tí, es muy parecida a la del adolescente comanche para capturar su primer caballo: AMÁNDOTE.

¿Eres tan inteligente como el caballo?

¿Te dejarás “capturar” por el amor de Jesús?

Pastor Daniel Salvador

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